¿Qué hace una chica como yo en un sitio como éste?

Ambiente húmedo. Plantas en las que se deslizan pequeñas gotas cristalinas que repiquetean sin cesar. Viento seco, que cambia constantemente de dirección. Y un cielo encapotado que a duras penas deja pasar un minúsculo rayo de sol siquiera. Si, Forks, sin duda, era el paraíso para cualquier vampiro que se precie. Aún así, no se parecía a mi habitual Alaska, tan llena de nieve por los cuatro costados, tan tranquila... También este pueblecito medio perdido entre los bosques, en Washington, tenía fama de tranquilo, pero eso era porque no se sabía a ciencia cierta lo que ocurría dentro de sus límites, pero eso era algo que ami ni siquiera me incumbía, pues eso era cosa de los Cullen, los vegetarianos que habitaban allí. Éstas tierras les pertenecían a ellos como a mí y a mis hermanas Denali.

Y ahora que me ponía a pensar, no tenía ni la más remota idea de lo que pintaba yo en aquel lugar. ¿Qué hacía yo en medio del claro, mirando con inquietud cada movimiento que la naturaleza en si hacía a mi alrededor? No lo sabía, pero no me disgustaba aquel sentimiento de descanso, al fin. Si, sabía que el decidir hacer un viaje hasta Forks, y conoces más lugares me haría bien, y sabía que tanto Irina como Kate se las arreglarían bien sin mi.

Suspiré, y, con bastante agilidad, trepé por un árbol cercano. Me senté en una rama bastante consistente, y observé el panorama desde mi estratégica posición, con ojos críticos y refulgentes en la oscuridad. Debía estar atenta. Allí habitaban también licántropos, y no era cuestión de toparme con ninguno. No, yo solo quería estar tranquila y disfrutar de la paz del claro.

Aquel claro del bosque era sin duda uno de mis lugares favoritos. Solia visitarlo los dias soleados, cuando nadie podia vernos porque refulgiamos al sol cuan diamantes. Pero hoy no era uno de esos dias, y aun asi yo habia acudido al lugar citado. Note su olor antes siquiera que sus pensamientos. Ambos me eran extremadamente conocidos. Era Tanya, del clan de Denali. Y la verdad, no sabia muy bien que hacia alli. Antes de acercarme decidi espiarla un poco mas, quiza sus pensamientos me guiaran hacia algo sobre su razon de visita.

Pero no, ella estaba tan confusa como yo. solo estaba de viaje por el mundo. Si, yo tambien lo habia hecho, separarme de mi familia y seguir mi propio camino. Calro que yo lo habia hecho para alimentarme de sangre humana. Aun ahora, tras una decada de haber ocurrido, la vergüenza me llenaba por completo al recordar aquel episodio. Por aquel entonces era un joven atolondrado que se creia mejor que los demas porque los humanos a los que mataba para sobrevivir eran criminales: asesinos, violadores... Pero no, por fin habia comprendido que no era bueno creerse Dios solo por ser mas poderoso.

Me acerque al calro y la mire desde abajo. Una sonrisa estaba ya pintada en mi cara. Hacia algun tiempo que no la veia, la ultima vez habia sido antes de mi fuga familiar. Obviamente, Tanya no habia cambiado nada. Seguia tan deslumbrante como siempre.

-¿Vas a bajar o subo yo?-pregunte sonriendo ya plenamente, mostrando mis blancos dientes.

El inconfundible olor de Edward Cullen pobló el lugar incluso muchísimo antes de que el hermosso vampiro hiciera acto de presencia en el claro. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, y supe que si hubiera sido humana el corazón me habría dado un vuelco, mi pulso se habría acelerado, e incluso me habría ruborizado. Pero, por supuesto, ni yo era humana, ni él tampoco, y eso se distinguía a simple vista, o al menos para uno de la misma condición si.

Recordaba a la perfección cada facción del joven, y aquella sonrisa cautivadora que siempre hacía que tu mismo sonrieras. Hacía tiempo que no le veía, pero el tiempo era demasiado relativo siendo un vampiro, a fin de cuentas. Y, sin duda, estaba encantada de encontrármelo en aquel lugar. Edward era uno de los pocos vampiros con los que manten´´ia una relación cordial y estrecha, pues la mayoría de mis conocidos vagaban en busca de sangre humana. Pero él, al igual que su familia, eran más que unos monstruos depredadores, eran vegetarianos, como mis hermans y yo, y eso era algo de admirar para un vampiro.

Miré desde mi posición y emití una tintineante carcajada, con dulcura, negando con la cabeza en un gesto de la misma, ondeando el pelo al mismo tiempo. Me incorporé un poco y me dejé caer desde la rama al suelo, donde caí con absoluta gracia y majestuosidad. Era la práctica, sin duda.

-Edward, Edward, Edward-dije con una sonrisa-¿Cuánto tiempo, no?

Sus pensamientos hicieron que mi sonrisa se tornara en risa, pero deje de reirme pronto ya que no era de buen gusto reirse de algo que la otra persona solamente habia pensado. Con los humanos me era facil contenerme, pero Tanya era considerada de la familia, primos lejanos, y con la familia no me reprimia nunca. Claro que si que me esforzaba por no oir sus pensamientos. Cosa inutil en el caso de algunos. Emmett casi vociferaba.

La gracia de sus movimientos habrian fascinado a mas de uno, Tanya era asi. Podria decirse que le gustaba lucir sus cualidades. Desde su agilidad a su fisico. Su risa eran como campanas, preciosa. Me recordaba un poco a la de Rosalie, pero esta apenas reia, asi que no podia decir en que se diferenciaban con exactitud.

-Demasiado para mi gusto, Tanya-respondi acercandome a ella. Perfectamente podriamos habernos comunicado a la distancia a la que estabamos, pero asi era mas comodo. Mas humano.-Dime ¿que te trae por aqui?-pregunte aun sabiendo la respuesta.

HIce un además con la mano, con elegancia, y simplemente me encogí de hombros, obsevando como se había acercado un poco más hasta mi. Sin duda, eso me gustó, y no pude reprimir sonrírle con más amplitud, si cabía, mirándole con mis habituales ojos color miel, meneando de nuevo la cabeza.

-Si, demasiado tiempo, pero lo mejor de todo ello es que ahora nos volvemos a encontrar, ¿no? -inquerí con voz angelical, plasmando una mueca de felicidad casi extrema. Yo era sí, no podía mentir ni ocultar lo que sentía, y menos con alguien como Edward, que era prácticamente "familia" mía, al igual que todos los demás Cullen. Apoyé todo el peso de mi cuerpo en una de las piernas y ladeé la cabeza.

-SI te dijera que sé lo que hago aquí te mentiría, Edward, así que ni siquiera voy a hacerlo. Simplemente necesitaba un cambio en la rutina, ya sabes, despejarme un poco, alejarme de mis hermanas. A veces son algo cargantes, pero no puede decirse que no las quiera y las eche de menos-le comenté, escudriñándole con la mirada, tiernamente-¿Y tú que? ¿Qué ha sido de tu vida, Cullen?

La observe detenidamente mientras hablaba. La forma en que movia su pelo de un lado a otro tenia que estar muy estudiada. A los humanos les encantaria, seguro. Tanya, al igual que Rosalie, no tenia que esforzarse para llamar la atencion, pero les encantaba hacerlo.

-Bueno, creo que desde la ultima vez que nos vimos han pasado muchas cosas en mi "vida"-dije recalcando la ultima palabra.

No era que no estubiese agradecido a Carlisle por salvarme de la muerte, pero muchas veces pensaba que esto que nosotros llevabamos no era vida. Al menos yo sentia que algo me faltaba, algo tenia que haber mas alla de mi familia. Mas bien alguien. Pero sospechaba que nunca lo encontraria.

-Para empezar creo que me he merendado a unos cientos de asesinos en estos años-comente restandole importancia al asunto. No habia que hacer leña del arbol caido, y menos si yo era el arbol.

Escuché sus primeras palabras con aprehensión. Sabía que a veces resultaba duro sobrellevar esta existencia, y sobre todo cuando llevabas 931 años como vampiro, en mi caso. Edward en ese aspecto era bastante joven, pues no llevaría más de 40 años siendo lo que era ahora, pero aún así había experimentado más sensaciones que la mayoría de los vampiros relativamente jóvenes. Sabía que tarde o temprano aquella sensación debería de pasársele, y otros sentimientos ligados a la rutina lo sobrepondrían. Nos pasaba a todos.

La siguiente frase que pronunció me dejó ensimismada y sorprendida, al mismo tiempo. También yo sabía lo duro que era controlarse, y más si eras tan joven y novato, pero nunca podría haber llegado a imaginar que le habría llevado a zamparse tanto ser humano junto. Ladeé la cabeza, y yo mism arecordé mis principios como vampira, aunque tenía siempre presente el control que Sasha, mi madre, nos había intentado enseñar a mis hermanas y a mi. La sangre humana era algo extremadamente delicioso, un manjar para dioses, pero yo no era quien para probarla.

-¡Wow! Me ahs dejado sin... palabras, de verdad. Sé que el vegetarianismo es duro, y que algunos les cuesta acostumbrarse a ello y que... Bueno, sea lo que sea, no puedo juzgar tus acciones. No soy nadie para hacerlo.

Sus pensamientos me decian que la melancolia pasaria, igual que todo. Que pronto me acostumbraria a este modo de vida y podria ser feliz. Esperaba que tuviese razon, Carlisle me instaba a no perder nunca la esperanza. Incluso insistia en que los vampiros tambien ibamos al cielo. Yo no estaba de acuerdo. Eramos monstruos y los monstruos no iban a ninguna parte.

Bueno era saber que no me iba a juzgar. Por aquel entonces yo creia que era lo mejor que podia hacer por el mundo. Librarlo de asesinos. ¿Acaso aquello no era justicia? Asi lo creia yo. Aunque mas tarde recapacitase tampoco ahora me arrepiento de las vidas que arrebate. Solamente de haber quebrado mi promesa hacia Carlisle.

-Me alegra saber que no me juzgaras, Tanya, creeme si te digo que solamente terminaba con aquellos que lo merecian-dije sereno.

La conversacion se habia tornado seria de un momento a otro, cosa que yo no pretendia. Siempre conversaba distendidamente y sin preocupaciones con Tanya, sobre cualquier cosa poco seria. Como por ejemplo todos sus amantes, ex-amantes y amantes por venir.

Parpadeé un par de veces y miré directamente a sus profundos ojos, del mismo color que los míos, denotando gran compasión y aceptación por lo que él había hecho, o por lo que podría hacer en un futuro. No, si no le iba a juzgar no le iba a juzgar, claramente. Sonreí entonces con una mueca bastante expresiva.

-No lo dudo, Edward, confío en tí plenamente. Sé que lo hiciste con alguna razón, y te repito: no seré yo quien te juzgue. Es más, ten por seguro que nunca lo haré, o eso, al menos, es lo que espero de mi misma. De otra manera, no sería mi estilo para nada-le confié con tono infantil y despreocupado. ¿Por qué habíamos empezado a hablar de temas serios e "importantes"? O Edward había cambiado su percepción de una buena conversación conmigo, esas alocadas y sin sentido que solíamos tener antaño, o yo me estaba volviendo más.... ¿estirada?

Ladeé la cabeza en un intento de olvidar aquellos pensamientos y concentrarme en la conversación. A lo mejor Edward necesitaba hablar del tema, y tampoco iba ser yo quien se lo impidiera. Si necesitaba ahogar sus penas, simpre iba a contar conmigo, obviamente. Después de todo, era una amiga más, una "prima".

La mire sonriendo por el hilo de sus pensamientos. Ella no era una amiga mas. De hecho era de las pocas amigas que yo tenia fuera de mi estrecha familia, los Cullen. Ella y sus hermanas, claro estaba. Kate era tan amistosa como ella, Irina era otra cosa. Tambien era agradable, pero era mas seria.

-¿Te parece si cambiamos de tercio?-pregunte sabiendo que era el deseo de ambos-Cuentame, ¿a quien has conquistado recientemente?-pregunte con una sonrisa picara.

La respuesta no me sorprenderia. Mas que nada porque Tanya me tenia acostumbrado a las cosas menos verosimiles con respecto a sus amorios. ¿Un duque? ¿Un vampiro milenario? ¿Un joven pobre pero apuesto? Ella los habia tenido a todos, y todavia le quedaban mas.

Reí divertida ante su pregunta, agradecida de que cambiase de tema de una vez por todas. Lo dicho, eran cosas de tal seriedad que conmigo sería imposible llegar a conversarlas con la importancia que requerían. Busqué, entonces, entre mis pensamientos, los rostros de los "amantes" más recientes, y conté que, por lo menos, en las últimas dos semanas, me había "enamorado" de unos quince o veinte muchachos, vampiros y humanos. Recordé , o por lo menos intenté recordar, sus nombres, aunque llevaba tanto tiempo igual que es que era tarea casi imposible acordarme de tantos y tantos nombres. Y los que me quedaban, obviamente.

-¡A pocos, Edward! ¡Muy pocos, para lo que estpy acostumbrada!-comenté apoyándome con dulzura sobre el tronco de un roble cercano, sin dejar de mirarle, claro está, con una sonrisa incipiente, limpísima-Tengo la sensación de que pierdo facultades con los años... ¿Tú crees que solo he tenido unos veinte pretendientes en dos semanas? Estoy fatal-dije, entre risas, invitándole a que se accercara.

-Sinceramente, no me acuerdo de casi ningunos, pero hay unos cuantos que... uff... Me encantaban, en serio. Había uno que era un artista, italianos, por cierto, que no pintaba nada bien, pero que era bastante guapo... Y otro que era un erudito y se pasaba las horas buscando entre sus libros cosas extrañas, investigando... Y un vampiro que decía ser pariente del conde Drácula.... ¡Ja! La vida ya no es la que era-añadí melodiosamente

Las imagenes de aquellos afortunados chicos se pasearon por mi mente a medida que ella los iba recordando. Todos eran bien parecidos dentro de sus posibilidades, unos humanos y otros avmpiros. Pero yo sabia que a Taanya no solo le importaba el fisico. Obviamente esto era lo primero que se apreciaba y tenia que ser bueno para poder conocer lo demas, pero esto ultimo tambien contaba a la hora de elegir.

-Creo que te estas haciendo vieja Tanya, pierdes facultades-bromee con una sonrisa juguetona.

Entonces procedio a relatarme sus andanzas y di gracias porque no lo hiciera detalladamente. Suficiente tenia con las imagenes que aquellos recuerdos evocaban en ella. Me acerque a su lado, apoyandome sobre el tronco en el que se apoyaba ella. La mire mientras se explicaba.

-Un amigo de Vlad, ¿le hiciste las pertinentes preguntas sobre el Conde?-pregunte. Tenia entendido que las Denali habian conocido a Vlad el Empalador. O eso al menos era lo que Carlisle me habia contado.

Asentí mientras él se apoyaba en el mismo árbol que yo, junto a mi, y una sensación de protección me invadió seguidamente. El estar cerca de Edward me hacía sentir mejor de lo que cabía de esperar. Miré un punto fijo del arbusto que yacía frente a nosotros, recordando las preguntas que le había hecho al vampiro sobre el viejo Vlad. Dios.... Cuanto tiempo hacía que mis hermanas y yo habíamos conocido al Conde... Aún éramos bastantes jóvenes, y el nos atendió con bastante amabilidad. Una sonrisa cruzó mi cara ante tales recuerdos.

-Le pregunté lo típico de cómo estaba, qué era de su vida, que si había cambiado de hábitos alimenticios, o si seguía con su opulenta comida de siempre... Según me contó el muchacho, el viejo Conde, que es casi de mi misma edad, en realidad, prefiere, de vez en cuando, tomar sangre de venado, o de cualquier animasl que se precie. Mejor para él -contesté cambiando la posición de mi mirada, volviendo la vista de nuevo hacia él, con una espléndida sonrisa.

-Algún día de estos rengo que ir a hacerle una visita. Bueno, yo, Kate, e Irina, pr supuesto. Creo que vosotros, toda la familia Cullen, también podríais venir. Os presentaremos a Vlad.... Es un buen tipo, a pesar de lo que dicen las habladurías de los alrededores-añadí simpaticamente, aunque era una invitación en toda regla.

Sonrei, al parecer Carlisle no mentia. Claro que nunca lo hacia, pero quiza era solo una broma que me habia gastado. Ya veia que no, las hermanas conocian a Vlad. Yo no tenia el gusto, y tampoco estaba seguro de querer tenerlo y ni siquiera si seria un gusto. Una persona qu eya en vida empalaba a la gente no deberia ser muy agradable ahora que podia terminar con ellos con un simple movimiento. aunque quiza tras los años se habia reformado.

-Seria interesante, como poco-concedi con una sonrisa-Si tu dices que es agradable yo me lo creo, pero permiteme tener mis dudas-añadi despues.

No queria ser descortes con ella, pero no sabi asi meterme en el castillo de Dracula era la mejor idea. ¿Tendria algun don? No se lo preguntaria, desde luego.

-Esta bien que cambie de habitos alimenticios aunque solo sea para variar un poco-dije mirandola.

-Si, y sobre todo si son estos. He de decir que me gusta que el Conde sea vegetariano, e incluso los demás vampiros pierdan esa imagen que tienen sobre que es una bestia innata. Mejor para él-dije mirándole inexpresivamente, recordando sus palabras de poco entusiasmo sobre la visita al otro vampiro.

Estaba visto y comprobado que Vlad había sido ya un "monstruo" en su vida humana, pero, o al menos yo lo creía, las historias populares también habían hecho mella en su vida. Con lo cual, no era de extrañar el poco entusiasmo que parecía tener Edward respesto al viaje. Parpadeé, absorta en mis pensamientos, y volví a centrarme en la conversación, si es que podía.

-Entonces, por cierto, te permito tener tus dudas al respecto de la amabilidad y la personalidad, en general, del Conde. Si, muchos lo hacen, y muchos lo harán, seguramente. Está visto que nunca se va a poder librar de esa fama tan mala que tiene.

(Off: Siento no haber podido contestar antes Y_Y)

Asenti, la fama que lo precedia le cerraria variasp puertas. Pero tambien le abriria algunas que para los demas permanecerian siempre cerradas. Asi pues, la fama tenia su lado bueno y su lado malo. Como todo en esta vida, o existencia.

-Bueno, ya sabes que no me gusta juzgar a la gente que no conozco. asi pues, lo visitare si el lo consiente-convine con una sonrisa de satisfaccion. Me congratulaba (WTF?) siempre que encontraba una respuesta diplomatica y madura. Eso me acercaba cada vez mas a ser como Carlisle, mi modelo a seguir.

Carlisle era una persona extremadamente inteligente y muy buen hombre, vampiro. Era amble y siempre tenia algo bueno que decir sobre los demas. Incluso habia tolerado mi falta de criterio hacia unos años con una sonrisa. Pero por sobretodas sus virutdes destacaba la de no haber probado nunca la sangre humana. Aquello me maravillaba.

-Es encomiable por parte del Conde volverse vegetariano a estas alturas-comente mirandola.

Asentí con decisión, irradiando felicidad. Por supuesto que al Conde le agradaría la visita de Edward, después de todo le había hablado mucho del muchacho, y de su familia también,en especial de Carlisle, que era un trozo de pan. No cabía en mi mente que un vampiro fuera tan bueno y tuviera tanto autocontrol sobre si mismo, y poder estar todos los días en un hospital sin lanzarte a la yugular de todos tus enfermos. Incluso yo no podría, y eso que me encantaban los humanos.

-Más vale tarde que nunca, pero, en nuestro caso, no sé si se debería aplicar ese dicho popular, porque nunca será tarde para nosotros, por suerte o por desgracia-le comenté de broma, sonriéndole, de nuevo.

Miré al chico y analicé sus facciones. Me encantaba Edward, claro está, pero no pensaba decirle nada, y menos ahora. No iba a perder una amistad por mis caprichos y mis enamoramientos ráìdos. Con Edward no.

-Y bien... ¿Cómo están todos? Carlisle, Esme, Rose y... Emmett, ¿no? Menuda familia estáis montando.... Me gustan las familias grandes y unidas, aunque con mis hermanas va todo bien. Aún así no descarto el que se una más gente a nuestro clan... ¿Vosotros pensáis aceptar a alguien más en el vuestro

Mas bien por desgracia. Los dias para mi eran todos parecidos, y las noches monotonas como nada en la vida. Al menos habia visitas y cambios de residencia que me advertian de que el tiempo pasaba hasta para nosotros, los inmortales. Los demas no parecian tan afectados por el hecho de no morir como yo, debia de ser el raro de la especie. Lei sus pensamientos sobre mi y me dolio no poder corresponderla. Quiza con el tiempo las cosas cambiasen, pero por ahora lo unico que sentia por Tanya era un gran afecto y mucha amistad. No por nada era una de mis mejores amigas.

-Estan todos bien, supongo. Carlisle y Esme han ido de visita a Canada, unos amigos de Carlisle que ahora estan por alli. Y Emmett y Rosalie estan genial, me gustaria que los conocieras.-comente sonriendo. La ultima visita de Tanya habia sido antes de que Rose y Emmett fuesen convertidos.-Y bueno, creo que nuestra familia crecera segun las circunstancias. Ahora mismo alojamos a una neofita que ha decidido llevar nuestra vida de vegetarianismo-aclare hablandole de Reese.

-¡De verdad? Me alegro por ella, sé que será feliz conviviendo a vuestro lado, ya que es un gran honor pertenecer a la familia Cullen-le contesté sonriente, hablando de la neófita-Y, por supuesto, me encantaría que me presentaras a tus nuevos hermanos, claro está. Será todo un honor conocer a alguien que lleva el apellido Cullen, como tú, Carlisle y Esme. Me alegrp de que estéis todos bien.

La verdad es que ahora si que se me hacía interesante conocer a los tres nuevos inquilinos de la mansión Culle. La noticia de que Carlisle había adoptado a una nueva pareja de vampiros, de nombres Rosalie y Emmett me habia llegado hacía apenas unos cinco o seis meses, nada más, por medio de una conversación con un vampiro nómada que se había alojado con mis hermanas y conmigo durante algún tiempo. Me parecía curioso ese hecho, la facilidad que tenían para añadir a gente a la familia, o, al menos, a permitirles alojarse con ellos. En definitiva, eran una familia espléndida.

-Si, lo curioso es que haya elegido nuestra forma de vida por voluntad propia incluso antes de conocernos-dije mirandola. Al parecer Reese era todo un caso, en eso me recordaba a Carlisle un poco.- Y bueno, creo que con Rose te llevaras bien. Le encanta la ropa y hablar de tonterias-comente divertido.-Y Emmett es muy gracioso, seguro que te empieza a tomar el pelo segun entres por la puerta-dije sonriente.

Estaba orgulloso de mi familia. Obviamente, Carlsile era el que decidia si añadiamos o no a la gente a la familia. Hasta ahora todos habiamos sido creados, salvados como el decia, por el mismo Carlisle. Todos al borde de una muerte prematura. A el le partia el corazon ver morir a la gente, por eso era medico. Yo tambien lo era, pero no podia ejercer porque aparentaba los 17 años con los que habia empezado esta nueva existencia.

-¿De verdad? ¡Estoy deseando conocerlos, en serio! Así que no te extrañe si un día de estos aparezco por sorpresa en vuestra casa, sin venir a cuento ni nada-le dije sonriente, encantada al hacerme la idea de conocer a los Cullen que me faltaban. Reí, de nuevo y volví a mirar a mi alrededor, deseosa, en parte de conocer también el resto del pueblo de Forks, del que desconocía la mayor parte, por no decir todo.

-Además, tendréis que enseñare Forks, aunque sea solo un poco, porque no es muy grande, por lo que he observado desde mi llegada, hará unas.... ¿Dos horas?-sonreí y miré de nuevo directamente a sus ojos-Es un pueblecito extraño, de verdad.

-Es un pueblo pequeño, por eso hemos preferido quedarnos en Hoquiam, a unos kilometros de distancia. Alli nadie nos molesta-explique.

Nos relacionabamos con la gente del pueblo si era necesario, pero ellos sabian que no debian acercarse mucho a nosotros. El instinto de supervivencia de los humanos era admirable.

-Eres bienvenida siempre que lo desees, Tanya-dije con una sonrisa-Ya sabes que las peurtas de nuestro hogar siempre estaran abiertas para ti y tus hermanas-añadi mirandola.

Sonreí, agradecida por sus palabras, aunque no esperaba menos, sinceramente, pues, sino, habría tenido serias dudas de la relación que manteníamos ambas familias. Pero bueno, eso no iba a pasar nunca.

-Me alegro de saberlo, Edward. Tú y tu familia también sois bienvenidos a Alaska, a Denali, siempre-le contesté yo, con voz catarina. Después volví a atrás ne la conversación que manteníamos, y sopesé que entre el clima y el lugar apartado que había escogido para emplazar su vivienda, los Cullen no tendrían muchos problemas para vivir en Forks, aunque no le dije nada a Edward. Tampoco era cuestión de aburrirle con mis análisis sobre el medio físico.

Me levanté y estiré un poco las piernas, para cambiar de posición, más que nada. Las nubes se habían desplazado unos pocos centímetros y el sol se colaba entre las ramas de los árboles, dándonos a mabos sobre la piel, que brilló con intensidad. Sonreí.

-Al menos, a veces, hace sol... ¿no?

-Si, algunas veces, dos o tres al año, el astro rey nos deleita con su presencia-comente divertido.

Habia exagerado, el sol salia una vez cada dos meses y esos dias deciamos qu enos ibamos de excursion al bosque. Carlisle y Esme nos llevaban a todos a vivir en la naturaleza. La gente del pueblo no estaba acostumbrada a tantas modernidades. Parecia que aun vivian en los años 20.

Sonreñi ante su afirmación, que era bastante exagerada, al fin y al cabo, porque incluso en Alaska teníamos más sol.

-En Alaska es menos común ver el sol, en verdad. Ya sabes, estar cerca del POlo Norte no nos hace bien en ese aspecto, pero mucho mejor para mis hermanas y para mi, sin duda-añadí con serenidad, entre risas tintileantes

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